Seguro que más de una vez habéis oído la frase “somos lo que comemos”. Pues ahora veréis que, además, también “somos cómo comemos”. Precisamente en eso consiste el “mindfulness” en el ámbito de la alimentación, en dotar de la misma importancia tanto a lo que comemos como al modo en el que lo hacemos. ¿El objetivo? Crear una conexión saludable con la comida y evitar las consecuencias de los excesos, las prisas y el estrés. Con estos cuatro sencillos pasos seguir una alimentación «mindfulness» os será muy sencillo:
- Procurad comer relajados, sentados, saboreando los diferentes ingredientes del plato, sus texturas y, lo que es más importante, intentando mantener una respiración pausada y constante ¡Engullir no es comer!
- Aprended, si no lo habéis hecho ya, a distinguir el hambre saludable, el que se puede posponer y va dirigido a cualquier tipo de alimento, del hambre emocional, aquel que surge directamente de la ansiedad generada por algunos estados anímicos y que tiende a satisfacerse con alimentos con mucha grasa o azúcar.
- Intentad comer productos de temporada y cultivados cerca de vuestra zona de consumo. Partiendo de esta premisa, es importante que intentéis seleccionar aquellos alimentos que realmente os gusten, procurando que tengan algún tipo de valor nutricional, y evitar comer alimentos de un modo más bien “forzado”.
- Es importante que conectéis con el tiempo, con las condiciones climatológicas y estacionales de cada día para poder adoptar una alimentación acorde a cada momento. El caldo de la abuela es genial, pero quizás mejor no servirlo en agosto.