Últimamente la espelta está adquiriendo gran popularidad. Su uso dentro de una dieta sana y equilibrada, especialmente en forma de harinas, panes, pastas, (incluso como ingrediente en la fabricación de cervezas artesanas) es cada vez más habitual. ¿Pero qué es exactamente la espelta? ¿Cuál es su origen? ¿Qué propiedades nutritivas nos aporta? ¿Cómo podemos incorporarla en nuestra dieta diaria?
La espelta es una variedad de trigo conocida tradicionalmente como trigo verde o trigo salvaje. Es más digestiva que el trigo común y mucho más antigua. Aunque empieza ahora a ser más conocida, no es ninguna recién llegada: su cultivo se remonta a unos 7.000 años aproximadamente, estando presente ya tanto en la antigua China como en Egipto.
La espelta es ideal para el cultivo ecológico por lo que muchos de los productos de espelta que podemos encontrar hoy en el mercado proceden de este tipo de agricultura. Se trata de una variedad de trigo que no ha sido manipulada ni cruzada con otras variedades, lo que le otorga una mayor pureza.
La espelta es un alimento con un alto aporte de fibra por lo que es perfecta para regular el tránsito intestinal y en dietas de control de peso. Pero la mayor virtud de la espelta es su gran valor nutricional: además de ser un cereal sumamente rico en proteínas (como por ejemplo, la quinoa) que contiene hasta 8 aminoácidos esenciales, la espelta nos aporta minerales (fósforo, hierro y magnesio) y muchas vitaminas especialemente del grupo B, vitamina E y betacarotenos.
La espelta presenta un alto contenido en ácidos grasos esenciales, muy importantes para un buen funcionamiento cerebral; y en triptófano, un aminoácido asociado al bienestar mental y emocional que no debemos dejar de consumir, especialmente en épocas de decaimiento. Se recomienda el consumo de espelta integral no refinada para mantener todas estas propiedades. Al contener gluten, no está recomendado a personas celíacas.